A partir del 5 de junio de 2021.
No siempre que alguien se sienta en la butaca de un teatro tiene la oportunidad de formar parte de lo que ocurre encima del escenario. En Donde las montañas llegan al mar, el último proyecto teatral de Jesús Díaz Morcillo (Estate tranquilo, Savasana o Mori(r) de amor), sí. El público pierde la identidad, pero gana otra: todos y cada uno de los espectadores se convierten en el padre de León. Y ya no están en un teatro, sino en la habitación en la que él sí desarrolló su identidad. La suya propia. En ese lugar, quizá el más íntimo que León ha podido encontrar, tendrá que enfrentarse a él, a su padre. Y también a él mismo.
La relación entre ambos nunca ha sido fácil. León siempre ha tenido que ver cómo su sexualidad era reprimida por un padre autoritario y que, sin metáfora alguna, prefirió girar su mirada antes que enfrentarse a ver en qué persona comenzaba a convertirse su hijo. Quizá también porque, de alguna manera, su masculinidad estaba en crisis. Y León se lo ponía delante de los ojos. «Lo que yo he querido transmitir es el sentimiento del miedo. Del miedo a ser una persona que no quieres ser y de cómo la relación del padre puede influir en la masculinidad del hijo», explica Díaz Morcillo, autor del proyecto y encarnación de León.
Pero ahora su padre está enfermo. Ha perdido la autoridad y sus circunstancias le han hecho más endeble. Menos, dentro de su propia mentalidad, masculino. Es, por tanto, el momento de enfrentarse a esos fantasmas del pasado. A gritar (o cantar) quién es León. «León propone una revolución. Él cree que se necesita un cambio, salir a la calle, protestar, dejar clara tu opinión y, a veces, pegar un grito o, incluso, utilizar la violencia más cruel», explica Díaz Morcillo.
Y no solo en términos de sexualidad. Lo que el monólogo explora en cinco actos de alrededor de una hora y diez de duración no es solo la masculinidad en crisis. Es, de alguna manera, el miedo a adquirir la consciencia de tener una identidad diferente a la que la sociedad, la política (o los referentes paternos o maternos) imponen. «La disidencia sexual de León la extiendo también a la raza, aunque también creo que este es un concepto en crisis», afirma Díaz Morcillo.
Pero de plena actualidad. Donde las montañas llegan al mar también hace referencia a la represión contra la que se han extendido las protestas del movimiento black lives matter en Estados Unidos, que no hacen sino «culpar» sobre una identidad. La de la persona que nace siendo negra. La de la persona que nace siendo negra y transexual.
El proyecto surge además en un momento en el que las identidades parecen haberse disuelto. Tras una mascarilla «ya no somos alguien con un rostro en el espacio público». «Somos un avatar de nosotros mismos, no somos alguien real», comenta Díaz Morcillo, que ha querido introducir este guiño en el monólogo.
León no es un personaje real, pero podría serlo. Su creador, que hasta ahora casi siempre ha trabajado la autoficción, ha preferido en esta ocasión explorar «otra manera de hacer monólogos». No es un proyecto confesional, ni mucho menos. «He querido disfrazarlo de eso que parezca que yo lo he vivido, pero nada más lejos de la realidad», confiesa. «Eso es la empatía, y al final en nuestro oficio es lo que hay que desarrollar. O al menos eso creo yo. La única manera de entender al otro es poniéndose en su piel», añade.
Donde las montañas llegan al mar, según dice el propio Díaz Morcillo, es «para todas las personas que quieran preguntarse cuál es su lugar en el mundo y para aquellos que no solo quieren poner una pantalla negra un día al año en Instagram, sino que quieren otra manera de luchar y de intentar cambiar las cosas desde la reflexión y el diálogo». Porque si algo ha enseñado León a quien le dio vida es que «no hay verdades absolutas». «Igual no llegamos a nada a través del diálogo, pero a lo mejor nos lleva a hacernos preguntas y, quizá, a cambiar», reflexiona.