
Sentada en el tejado del edificio en que vive, Dolores mira al mundo como si estuviera sentada sobre una silla giratoria que le ofrece una visión de 360 grados. A la vez espectadora y demiurgo, ella plasma lo que ve, construyendo historias y personajes. En este microcosmos ordenando a su manera, Dolores encuentra su identidad, y se siente libre y feliz. ¿Tal vez todo eso sea un mundo efímero? ¿Y cuál no lo es?